EL NUEVO ESCENARIO SOCIOPOLÍTICO PARA LA CAUSA MAPUCHE
>> lunes, 16 de diciembre de 2013
Estamos frente a un escenario sociopolítico en que una vez más la
oligarquía empresarial lleva la iniciativa para mantener el sistema. Debido al
ascenso que estaban experimentando las distintas manifestaciones que expresan
el descontento de los grupos sociales y que cada vez más se orientan en contra
del modelo neoliberal y la clase política que lo sustenta. Así, el empresariado
toma la decisión de buscar la mejor salida en el marco del recambio de gobierno
y definiendo apoyar abiertamente la propuesta de “La Nueva Mayoría” encabezada
por Michelle Bachelet, lo que ciertamente implicaría dar ciertas concesiones a
reformas superficiales que se plantean desde esta coalición. Una situación que
parece contrasentido, pero que si se observa con mayor detención veremos que al
empresariado y muy en particular a los grupos económicos les conviene mucho más
un gobierno concertacionista, como fórmula probada para hacer frente a las
protestas sociales que ya se han generalizado.
La definición es hacia una propuesta con políticas de “consenso”, una
alternativa matizada por una serie de condiciones en donde funcionan mecanismos
políticos que encausan las reclamaciones y demandas a vías legales e
institucionales quedando en los hechos subordinados al sistema, sobre todo en
un contexto en que aún existe una constitución de inspiración fascista
antidemocrática que impone una serie de trampas, herencia de la dictadura.
Ciertamente, que un gobierno de Bachelet concita el apoyo del
empresariado, sobre todo del capital nacional y transnacional que ha operado
sin límites para explotar las riquezas básicas. Situación que ha quedado
ampliamente registrada durante todos los gobiernos de la Concertación. De hecho, un dato no menor que grafica esta
opción, es el apoyo económico que han dado ciertos grupos a la campaña de la
nueva mayoría. Por tanto, estamos en
presencia de una estrategia aún mayor, que establece una contención de los
movimientos sociales y políticos que se oponen al sistema capitalista, en
donde, el modelo neoliberal permite la explotación y depredación indiscriminada
de los recursos naturales y que para caso de nuestro pueblo Mapuche ha
significado un estado total de DOMINACIÓN
que restablece un tipo de genocidio que pone en riesgo a muchas comunidades. El
actual sistema económico político e ideológico que impera en Chile, está
provocando cambios e impactos que están afectando a las comunidades y al pueblo
Mapuche en su conjunto; como a nuestras aguas, suelos, montañas, entre otros.
Hacia un deterioro irreversible de nuestro kume mongen, rakizuam Mapuche y entorno
territorial simbólico y natural.
Es en este marco, que el empresariado pareciera avenirse a ciertas
reformas, eso sí, siempre y cuando se les garantice un clima social estable
para que sigan las inversiones que a la fecha han reportado exorbitantes
ganancias, como ha quedado registrado durante los periodos en que ha gobernado
la Concertación, sobre todo cuando estuvo en la presidencia la Sra. Bachelet. Periodo en que los grupos económicos
obtuvieron las mayores ganancias que se hayan conocido, así se grafica
claramente los registros en las utilidades de la banca, las inversiones en la
minería, las forestales, las pesqueras y últimamente en el rubro de la energía
con las centrales hidroeléctricas, actividades que dan cuenta de un despojo del
capital nacional y extranjero que operan a sus anchas en este país.
Ciertamente, que al empresariado le conviene mucho más un gobierno
que se presenta como de los “consensos” que uno de derecha de corte fascista
que rememore resabios del pinochetismo, porque un gobierno como el de Piñera
prácticamente fue al choque con las demandas sociales y políticas de la
ciudadanía, cuestión que no fue apropiada para mantener la estabilidad y la
imagen democrática. Por tanto, un nuevo
gobierno de la Concertación ofrece muchas más garantías al empresariado, en
tanto cuanto se impone sin tantos problemas en toda su dimensión el sistema
capitalista que sólo favorece a unos pocos en desmedro de las mayorías. Se impone un modelo en que una de sus
características es ser de tipo inclusivo, es decir, un capitalismo inclusivo –
al menos eso es lo que se pregona en el discurso – que ofrece todas las condiciones
imaginables para nuevos emprendedores, cuestión que no ha sido menor, en el
marco de la intervención al conflicto con los Mapuche, ya que es una fórmula
para atraer a ciertos sectores que tienen como intención “cambiar tierra por
plata”, queriendo desperfilar así nuestra causa. El Estado y sus instituciones,
permanentemente han impulsado políticas para integrarnos a la economía de
mercado, para lo cual se están utilizando estrategias económicas que llaman a
la inversión y el emprendimiento, creando incluso pequeñas empresas e
industrias que traen consigo graves consecuencias, sobre todo porque están
orientadas a la producción capitalista, esto en el marco del capitalismo
inclusivo que se pregona, cuestión que es contraria al pensamiento mapuche
desde sus fundamentos de desarrollo e integralidad natural y humana.
Contraviniendo nuestra espiritualidad y proyección político-económico-cultural
tradicional.
La vía que se propone desde La Nueva Mayoría tuvo mucho eco en el
empresariado, sobre todo en los grupos económicos que ven garantías para seguir
invirtiendo, sabiendo que el Estado y el
gobierno de turno aplicaran diversas formas y mecanismos “eficaces”, es decir,
ya probados para hacer frente a las movilizaciones en que no escapan la
represión más brutal y la persecución, el asesinato político, así como la
aplicación de la Ley Antiterrorista y el encarcelamiento de los dirigentes,
como ha sido el caso con el pueblo Mapuche.
También resulta necesario silenciar las denuncias y reclamaciones, para
lo cual opera una gran maquinaria de cooptación acercando las posiciones de
cierta izquierda que termina subordinándose a la institucionalidad, un terreno
en que los esfuerzos estarán más centrados en buscar reformas a través de
mecanismos legislativos limitados como ocurre en el parlamento. Además, las
demandas basadas en la recuperación de las tierras son criminalizadas con las
leyes que contravienen a un sistema democrático, lo que da cuenta de un tipo de
gobierno que opta por defender corporativamente las empresas nacionales y
transnacionales que ostentan y devastan los espacios territoriales y
significativos para las comunidades.
Al opinar sobre el periodo electoral propiamente tal, no está de más
indicar que en estas últimas elecciones ningún candidato visitó las cárceles
para saber de la situación de los Presos Políticos Mapuche. Esta observación la hacemos, no con el afán
de situar la lucha Mapuche en el quehacer político imperante, sino como una
forma de graficar una situación de invisibilidad de la causa Mapuche, en donde
queda demostrada la fuerza que tiene el discurso oficial para desvirtuar y
desperfilar nuestra lucha, a tal punto
que en este país las demandas del pueblo Mapuche no son abordadas seriamente
por ningún sector político. Este es un
diagnostico que hacemos desde la prisión política los Mapuche autonomistas que
hemos sido perseguidos y encarcelados durante la concertación, y hemos estado
prisioneros durante todo el periodo en que estuvo la derecha en el poder.
En esta ocasión, no hubo un tratamiento serio respecto del conflicto
de nuestro pueblo con el Estado chileno y que dice relación con las históricas
demandas de territorio y autonomía. Ni
siquiera respecto de si se abordaran los distintos procesos de recuperación de
tierras que llevan adelante las comunidades.
Esta situación pareciera una paradoja, pero es la realidad, es parte del
escenario que se va configurando con unas elecciones en las que solo se
mantienen los intereses de los grupos dominantes, en un marco en que no se
tocan los temas de fondo y menos aquellos de orden estructural porque
implicaría develar las legítimas demandas de los sectores más desposeídos y
golpeados por el sistema. Tampoco observamos algo significativo de parte de las
candidaturas que se presentaron detractoras y alternativas al modelo neoliberal, más allá de rescatar
las denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos que se cometen en
contra de los Mapuche. Porque la defensa irrestricta que se hace de éste
sistema de dominación por parte de la clase dirigente, imposibilita cualquier
tipo de iniciativa para abordar los temas más importantes para los oprimidos.
En este sentido, podemos afirmar que son los grupos económicos y la derecha
económica y política en este país, quienes dominan prácticamente todas las
esferas socio políticas del Estado. Así quedó demostrado en la dinámica y
contenido que tuvo las últimas elecciones. Sin duda, es la oligarquía histórica
la que mantiene el poder económico, la situación estructural e ideológica para
seguir explotando y depredando las riquezas básicas. Entonces, con un nuevo
gobierno de la Sra. Bachelet la situación no cambiará sustancialmente,
manteniéndose el modelo neoliberal el cual, por cierto, ha sido muy bien
administrado por los sucesivos gobiernos de la concertación. Gobiernos, que
supuestamente representan a la “Mayoría” y
una clase política a su favor, que hacen creer a la gente que tienen
diferencias, pero que en la práctica representan más de lo mismo. Así se
mantendrá un quehacer político desde el sistema, que a su vez cuenta con el apoyo
mayoritario de los medios de comunicación de masas, que están a favor de los
poderosos, sosteniéndose así un discurso que va en contra de las justas
demandas de los oprimidos.
Los grupos económicos ya celebran por cómo terminará esta elección
presidencial, porque las dos candidatas representan a la derecha económica de
este país, son las caras de una misma
moneda, defensoras de un modelo de desarrollo económico que afecta a los más
desposeídos. Sin embargo, que esta forma de gobernar llamada “democrática” es
una modalidad que está entrando en una deslegitimación evidente, en cuanto a la
representación del país se refiere, así está quedando demostrado con la alta
abstención de votantes por las opciones señaladas. Es una abstención que pasó a
ser indiferencia, a una verdadera forma de protesta a las formas de hacer
política desde la clase dirigente. Al respecto, podemos deducir que la gente se
abstiene de votar porque está cansada de que les mientan una y otra vez con
“ofertones electorales” y engaños, a su vez de que no quieren participar porque
hay mayor conciencia de la serie de trampas que existen en cuanto a los
mecanismos que definen la representación, partiendo por las trampas
constitucionales. Por lo tanto, con ésta abstención el proceso de vuelve
ilegítimo, de ahí la preocupación de ambas candidaturas, sobre todo de La Nueva
Mayoría de que la gente vaya a votar, porque un gobierno con escasa votación
pasaría a ser en los hechos ilegítimo en cuanto a representatividad y
sostenimiento, cuestionándose así todo el andamiaje del poder. En este
escenario, se puede afirmar que el nuevo gobierno de Bachelet será ilegítimo,
porque no tiene el respaldo suficiente y más bien representará la decadencia de
la clase política que siempre se pone al servicio del poder económico. Es por
esta razón que el Movimiento Mapuche Autónomo da por superado el hecho de
participar en las elecciones, porque por esta vía no se resuelven nuestras
demandas.
En cuanto a la izquierda en Chile, ésta se encuentra muy debilitada,
al menos la que participa del proceso eleccionario, que ha optado por
participar en el esquema de hacer política dentro del sistema, una situación
que posee límites y pone trabas a los cambios que se demandan desde los
diversos sectores sociales golpeados por el sistema de dominación. Nos
enfrentamos a un nuevo gobierno de la Sra. Bachelet, quién gobernará con los
mismos personeros de la Concertación, más el Partido Comunista que irá en esta
ocasión como vagón de cola. Sin duda,
que para el Movimiento Mapuche Autónomo este será un nuevo gobierno que
representa la continuidad, es decir, más de lo mismo, y como se trata de un
tipo de administración que estará al servicio de los grupos económicos
continuaran las políticas que pretenden desmovilizar a nuestro pueblo, como son
las políticas sociales de corte asistencialistas y las medidas de represión que
han violentado permanentemente a las comunidades en lucha. Tal vez, una característica nueva sea que se
pondrá mayor énfasis en dotar de recursos económicos a planes y programas que
fomenten diversos emprendimientos de tipo capitalistas que surjan desde la
realidad Mapuche. Al respecto debemos indicar que ya se está promoviendo las
condiciones para prácticamente “cambiar tierra por plata”, una idea que surge
desde la derecha para fortalecer el modelo en la región. A su vez, también observaremos como se da luz
verde a nuevas iniciativas de parte de las forestales para que las comunidades
y/o ciertos sectores de éstas se involucren en la explotación de los bosques a
cambio de escuálidos ofrecimientos económicos. Es en este cuadro que se seguirá
desenvolviendo nuestra lucha, aquella que tiene como horizonte principal la
recuperación del territorio y la autonomía, cuestiones que para nosotros son de
suma importancia para defender la totalidad de nuestro mundo Mapuche, desde una
perspectiva integral, es decir, económica, política, social y cultural.
Afirmamos que el futuro gobierno seguirá en la misma dirección que
los gobiernos que le antecedieron, incluyendo el de derecha, así lo demuestra
la conformación del equipo político y sobre todo el económico que respalda y
conforma “La Nueva Mayoría”, el que está constituido mayoritariamente por
especialistas en el modelo neoliberal, cuestión que sienta un grave precedente
para que se continúe con los procesos de inversión de capitales nacionales y
transnacionales en el territorio ancestral Mapuche, situación que pone en serio
riesgo a las comunidades en cuanto a las reservas de agua y tierras, esto
considerando las nuevas arremetidas de empresas en los rubros energéticos con
las hidroeléctricas y la actividad minera.
Además, es necesario señalar que durante los cuatro periodos de gobiernos
de la Concertación y uno de la Alianza, el balance en materia de política
indígena es condenable. Sobre todo porque se ha impuesto un discurso durante
todos los gobiernos para calificar y
asumir al pueblo nación Mapuche como el
enemigo interno del Estado, un discurso asumido por los gobiernos de turno
y su clase política, así por como los grupos de poder económico y todo el
entramado político, jurídico y policial, más un sector importante de la prensa.
Lo cual ha favorecido para la aplicación de la Ley Antiterrorista y todo el
trato vejatorio y humillante de tipo racista en contra de nuestra nación. Esto,
en un marco en que la preocupación de los gobiernos ha sido resguardar y
proteger los intereses de los grupos económicos, colonos y clase política, en
contra de las comunidades Mapuche. Prácticas que se ven facilitadas porque aún
el Estado chileno no ha reconocido constitucionalmente al pueblo Mapuche, ni
tampoco se ha reconocido como un Estado plurinacional, lo cual ciertamente
favorece la mantención de medidas represivas y opresión.
Por lo tanto, estaremos frente a un gobierno que nuevamente estará
al servicio de las grandes corporaciones, los que confrontaran con los grupos y
sectores más vulnerables del pueblo chileno en general, y con nuestro pueblo Mapuche
en particular.
Un gobierno que administrará
nuevamente con una constitución pinochetista, la que por su forma y
fondo es ilegítima, injusta y antidemocrática y que sirve como marco jurídico y
político para seguir sometiendo al pueblo chileno y a nuestra nación. Esto explica porque ni la derecha, ni los
sectores más neoliberales de la concertación se resisten a modificar y sólo se
abren a un cierto “debate” para que esta sea remozada, más bien,
perfeccionada. Es por esta razón que no
creemos que en el parlamento se obtengan resultados importantes para la causa Mapuche,
ni siquiera respecto de acciones de mayor justicia en materia de reconocimiento
y respeto a los derechos humanos. De
hecho, no habrá legislación a favor de las comunidades sobre todo en un
contexto en que seguirá un estado de confrontación impuesta por los procesos de
inversión.
Es este contexto que se nos avizora con el nuevo gobierno en el
poder, por lo cual no nos queda otro camino que mantener la resistencia al
sistema capitalista y a toda su expresión política e ideológica que actúe en su
defensa, situación que nos pone en abierta confrontación con un gobierno
neoliberal y que esté al servicio del empresariado, como de seguro será la
administración de Michelle Bachelet.
Sin duda, que para el Movimiento Mapuche Autónomo, este será un
escenario socio político complejo y difícil, con un tipo de gobierno ya
conocido, porque fresca está en nuestra memoria, no sólo la nula voluntad para
afrontar nuestras legitimas e históricas demandas por el territorio y la
autonomía, sino por la serie de hechos que grafican la fuerte represión y criminalización
de parte del Estado chileno, lo que ha implicado persecución, cárcel y muerte
por nuestras posiciones en favor de la causa Mapuche. Por lo mismo es que no podemos soslayar el
hecho de que fue la Concertación y más específicamente el gobierno de Bachelet,
el contexto en que se asesinó a nuestros Weichafe Matías Catrileo y Mendoza
Collío, se aplicó la Ley Antiterrorista que permitió perseguir y condenar a los
más destacados militantes y dirigentes de la causa Mapuche, los que hoy aún
cumplen largas condenas en las cárceles del Estado chileno.
Con un gobierno de continuidad no nos queda otro camino que seguir
luchando, porque seguiremos viviendo bajo una realidad llena de injusticias, lo
que ha sido una constante por ya décadas y que con los gobiernos “democráticos”
de la Concertación se ha agudizado producto de que se han mantenido políticas
de Estado en favor de los poderosos que arremeten permanentemente en contra de
nuestro pueblo. Porque la continuidad está expresada claramente en la
mantención de un modelo de desarrollo económico que en nuestro territorio
ancestral ahoga a las comunidades Mapuche, expresión de aquello son la invasión
forestal y otros procesos de inversión que como las hidroeléctricas y las
mineras continúan con el despojo por desposesión de nuestros espacios
territoriales.
Está en nuestro horizonte un nuevo escenario de lucha para el
conjunto de nuestro pueblo nación, es un proceso que está en marcha y que ya
partió en base a la defensa y recuperación de nuestros derechos fundamentales y
esto a pesar de que el estado trate de frenar el movimiento con más
asistencialismo, cooptación de dirigentes, prácticas de clientelismo político y
las medidas represivas que buscan desmovilizar a las organizaciones más
consecuentes con la línea y los principios de la autonomía y la liberación.
En efecto, consideramos significativo que la derecha fascista sea
derrotada en las elecciones, pero este ánimo rápidamente se diluye cuando
observamos que una nueva derecha regirá el Estado chileno, en un contexto en
que resulta más complejo y difícil mostrar las contradicciones fascistas cuando
los “demócratas” levantan discursos llenos de promesas de cambio. Con la derecha empresarial en el gobierno el
asunto era claro en relación a la definición de nuestro enemigo histórico.
Ahora habrá que establecer nuevos diagnósticos y elaborar más ideológica y
políticamente para esclarecer el nuevo contexto sociopolítico.
Por lo anterior, es que afirmamos categóricamente que la lucha Mapuche
autonomista continuará, haciendo frente a la explotación y depredación del
Wallmapu, a la represión constante (criminalización y persecución política),
haciendo frente a la nula voluntad política de devolución de las tierras Mapuche
reivindicadas, que favorecen así procesos de inversión capitalista en nuestro
territorio ancestral, destruyendo de esta forma nuestra cultura y
espiritualidad.
Es por lo anterior que, desde nuestras definiciones de Mapuche
autonomistas anticapitalistas, seguiremos en la senda de la resistencia y la
reconstrucción nacional haciendo frente con diversas formas de lucha al nuevo
gobierno, mientras que se administre para los poderosos y en la medida en que
se siga con la política de guerra contra nuestro pueblo.
Frente a los fuertes procesos de inversión capitalistas en el
Wallmapu y a su defensa irrestricta por parte del gobierno de turno,
antepondremos EL WEYCHAN, como la autoconvocatoria
para la resistencia de todo nuestro pueblo, creando las condiciones políticas e
ideológicas para la Liberación Nacional Mapuche.
Mientras sigamos viviendo en la opresión y
la injusticia
nuestro
pueblo tiene el derecho a la rebelión.
Porque “seguimos viviendo en el banquillo
de los acusados
en el juzgado de indios de la modernidad”,
expoliados territorialmente
y
bajo un sistema de dominación.
LA
RESISTENCIA MAPUCHE CONTINUARÁ
Nuestros antiguos dijeron que volverá la
memoria y tronaran
de
nuevo las fuerzas volcánicas de la revolución en el Wallmapu.
Por
territorio y autonomía
Feyentun
– Newuentuaiw
Weuwaiñ
pu peñi pu lamgen
Hector
LLaitul Carrillanca
Weichafe,
PPM
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