“El pensamiento emancipatorio de la Coordinadora Arauco-Malleco”* Una estrategia de Liberación Nacional Mapuche. Parte I
>> miércoles, 19 de junio de 2013
Para comprender la reemergencia de la
lucha Mapuche, es necesario hacer un balance del proceso, considerar hitos de
importancia, acordar visiones y pareceres sobre los aportes y limitaciones de
las experiencias. Pero, además, resulta de vital importancia rescatar, lo más
legítimamente posible, el pensamiento y la acción de los actores en el proceso
en marcha. Sobre todo cuando intelectuales mapuche funcionales al sistema,
intelectuales de izquierda y ONGs intentan suplantar las voces de las
autoridades ancestrales, comunidades en resistencia, militantes y orgánicas que
aún resisten desde territorio mapuche.
Ciertamente con la aparición
del pensamiento de la CAM, se contribuyó a la radicalización política y la
intensificación de las acciones del sector más autónomo en el movimiento
mapuche. Acciones que se enmarcan en todos los ámbitos del quehacer mapuche,
tanto político, económico, social como cultural. Sin embargo, el mayor aporte
de la CAM, se encuentra en su acción, eminentemente, colectiva. Los
planteamientos por la liberación nacional mapuche, proclamados por la CAM, significaron
un cuestionamiento radical de la institucionalidad opresora y de las formas del
quehacer político del mundo winka. A su vez, con esta acción colectiva
expresada en la lucha concreta, se fue haciendo escuela, se fue explorando y
experimentando caminos de expresión autonómica, en donde los verdaderos
sujetos, para la acción, son las comunidades y nuestras autoridades tradicionales.
Existen varias premisas
ideológicas en estos planteamientos que van desarrollándose con el transcurso
del tiempo y la experiencia política. Diríamos que estas premisas van madurando
y complejizándose. A su vez este pensamiento va mostrando sus límites en un
contexto desfavorable o poco propicio para la continuidad de la deliberación y
elaboración política interna. De hecho es del análisis de la CAM, que siempre
se ha construido bajo una desventaja estratégica, la que no solo es impuesta
por el Estado opresor, sino por referentes occidentales diversos que insisten
en levantar alternativas políticas dentro del marco de la dominación.
Lo central, eso sí, está
en comprender que nuestra organización si desarrollo un pensamiento
emancipatorio, que posteriormente se transforma y que se plasmo en un programa político para el actual
escenario. Al respecto, volvemos a reafirmar que este pensamiento ideológico,
que se reconstruye en la lucha misma y tiene un ineludible sustento en nuestra
cosmogonía, ad mapu ka ad mogen. En donde nuestra cultura y espiritualidad
propician los principales cimientos para desarrollar definiciones con el
sentido de asumir nuestra condición de Mapuche y de Pueblo-Nación.
Este documento pretende presentar los ejes
centrales que articulan dicho pensamiento emancipatorio. Teniendo como base
referencial, precisamente, el proyecto político estratégico, y una serie de
pronunciamientos que dieron cuenta, en su momento, de la propuesta de lucha de
la CAM.
Sobre Autonomía.
Si bien la CAM, aún no ha
elaborado una propuesta-documento sobre autonomía, en sus planteamientos ha
dejado claro que ésta, se asumirá en los hechos, a través de una praxis
política que permita crear una nueva correlación de fuerzas a favor de un
proyecto autonómico. El punto de partida, es la reapropiación del concepto de
autonomía, en donde su uso implique independencia del movimiento mapuche, que
en la práctica significa no más sometimiento
a la mediación de los partidos políticos y de otras instituciones del Estado
chileno. Entonces la independencia de partidos y demás influencias políticas
winka, es el punto de partida, es la condición
necesaria para la maduración de la lucha mapuche propiamente tal, como se
la conoce hoy día. Es el primer paso en la búsqueda de la superación de la
condición de pueblo oprimido. Esta forma de entender y hacer autonomía,
representaría en los hechos, una de las características esenciales en la nueva forma de hacer política de la CAM.
La autonomía significa independencia
total frente al Estado, las ONG, los partidos políticos, etc. Independencia
que se expresa en el ámbito del pensamiento y de la organización política.
En este contexto se
cuestionaba la relación de dependencia
de los grupos mapuche respecto de los partidos políticos, lo que incluía
aquellas organizaciones que de manera formal se declaraban “independientes o autónomas”, pero que
mantenían relaciones y posiciones ambiguas en cuanto a los partidos políticos,
lo que a la larga, los llevó a tener un perfil negociador, asumiendo
planteamientos reivindicativos contradictorios. Es por esto que para la CAM es prioridad
la independencia de la organización mapuche frente a los partidos políticos y
el Estado, como a su vez la re-significación de las formas de organización
mapuche. Por tanto la autonomía para la CAM significa la negación al
sometimiento político y organizativo winka, para pasar a ser insubordinación,
rebeldía, pero sobre todo, resistencia.
Esta radical propuesta de
autonomía política expresada en la separación de los partidos y otras
influencias políticas winka, conlleva dos dimensiones. Por una parte expresa la
autonomía política respecto de la institucionalidad opresora, representada por
el Estado y el sistema de dominación, y en segundo lugar implica la
revitalización e importancia de lo propio
como parte fundamental del proceso de autoafirmación.
La autoafirmación se presenta en el pensamiento de la CAM como una apuesta
clara y concreta de dignificación de
las capacidades propias, como sujetos, como colectivo, como Pueblo, como
Nación. Es el rompimiento radical con las conducciones e influencias desde afuera. En el pensamiento
emancipador de la CAM, es fundamental poner fin a la subordinación al ideario
político y simbólico, partiendo por los winka, sean del Estado, del poder, como
de derecha, centro o izquierda, ONGs, incluyendo organizaciones mapuche funcionales
o pro capitalistas.
El proceso de dignificación de la identidad se hace
más fuerte con el accionar político de
la CAM, el cual tuvo su mayor expresión en los sectores más jóvenes, a través
de procesos de resignificación de lo Mapuche, en donde cobra importancia la
revaloración de contenidos culturales, teniendo como mayor expresión la
relectura de la figura del Weichafe. Pero
además, es posible reconocer en los planteamientos políticos de la CAM, en su
pensamiento estratégico y en su elaboración política, la existencia de ciertas
herramientas de análisis que pueden ser consideradas winka. De hecho la CAM
reconoce esta cuestión y las asume dentro de un rol funcional a su estrategia general. Resulta necesario utilizar
métodos de análisis e interpretación de la realidad que posibiliten una visión
más amplia (el materialismo histórico) con el objeto de precisar la situación
general y las condiciones por las que atraviesa nuestra lucha. Por tanto, en el
pensamiento de la CAM se combinan algunos elementos provenientes desde la izquierda no ortodoxa en conjunto con la
re-conceptualización y la resignificación cultural propia. Se trata de un
esfuerzo por recoger lo mejor de la izquierda y al mismo tiempo establecer una
separación radical y definitiva con los partidos políticos y el Estado. Esto
conlleva una definición política de separación e independencia frente a la
izquierda clásica y también ante la influencia e instrumentalización de los
partidos políticos y la institucionalidad estatal.
En nuestros planteamientos
se establece claramente la necesidad de desarrollar un proceso de descolonización ideológica, como una vía
que nos lleve a mejores expresiones de autonomía en el desarrollo práctico de
nuestra política. Es por eso que hemos afirmado que este proceso nos acerca más hacia posiciones indianistas y de lucha anticolonial, como las expresadas en el
pensamiento indianista-katarista de
Fausto Reinaga y Felipe Quispe en el mundo Aymara, que a los proyectos
emancipatorios del Zapatismo u otros procesos inspirados en la izquierda.
Como CAM reconocemos, en
nuestros planteamientos, tres dimensiones sobre autonomía, una referida a la independencia
organizativa y política, otra como autoafirmación
de nuestra identidad y finalmente la autonomía
de pensamiento, que como condición deben estar basadas en el desarrollo de
un proceso de descolonización ideológica.
La autonomía, para nuestra organización, es pensar y actuar desde criterios
propios. Autonomía como independencia, autonomía como autoafirmación y
autonomía como descolonización ideológica son, en síntesis, los elementos más
relevantes del pensamiento emancipatorio de la CAM.
Es, ante estos elementos ideológicos que se marca la diferencia política con el resto del
Movimiento Mapuche. Estas importantes discrepancias ideológicas se expresaron,
concretamente, en una nueva forma de
hacer política por parte de la CAM, la
cual se caracteriza por la relevancia de la acción
política que confronta a la institucionalidad opresora chilena y ante todo
el entramado de poder que conforma la dominación
capitalista. Son estos elementos ideológicos los que constituyen la base
que fundamenta la posición radical de nuestro pensamiento y que permiten
caracterizarla como una organización antisistémica.
Por tanto, una cualidad fundamental de la experiencia llevada adelante por la
CAM, más allá de la elaboración de un pensamiento emancipatorio, es su práctica
política, lo que permitirá desarrollar un proceso verdaderamente autonómico, es
decir, por la vía de los hechos. Es la autonomía que se va conquistando
paulatinamente a través de un proceso de acumulación de fuerzas.
La CAM, como organización y expresión antisistema.
Como fue expresado
claramente en el documento político-estratégico, la caracterización que hacemos
de nuestra condición de Nación oprimida
es el primer paso para dar inicio a un pensamiento y una acción política con
visión emancipatoria. Hemos planteado
que la relación del Estado opresor y el Pueblo Nación Mapuche la caracterizamos
como de Dominación, en donde se
desarrolla un fuerte proceso de desestructuración
del mundo Mapuche en todos sus aspectos, lo que resulta funcional para la
mantención de los intereses fundamentales del sistema y donde la apropiación de
las riquezas del territorio Mapuche es una de las consecuencias. Frente a esto,
hemos levantado la idea y la práctica política de reconstruir nuestro mundo
confrontando la situación de dominación. Esto es parte de un pensamiento Anticolonial en donde la relación de
dominación es caracterizada como un régimen de ocupación territorial. Por lo
cual expresamos en su momento; “somos un
pueblo acosado, invadido, usurpado de territorio y que lucharemos como Pueblo,
cultura y Nación”.
Se caracteriza a la
situación como Colonial, razón por la
cual se cuestiona la institucionalidad de un sistema de dominación. Este
desconocimiento de los marcos institucionales conlleva una desobediencia hacia
el Estado, el cual se considera ilegitimo, opresor, ajeno e impuesto en un
territorio y espacio ancestral. Hemos dicho como CAM que es necesario, por
tanto, establecer una estrategia para “sobrepasar
las lastimeras prácticas de hacer política dentro del marco de la dominación,
más aún en los estrechos márgenes que el enemigo con su Estado de Derecho, le
concede a nuestro Pueblo”. Sobrepasar y desbordar los marcos de la
dominación es insubordinarse frente al sistema.
Las definiciones
estratégicas, desarrolladas y llevadas adelante por la CAM, tienen su expresión
más concreta en nuestra postura frente a la normatividad de la política de
tierras. Porque más que una demanda de tierras, la CAM plantea el derecho al territorio. Levantamos la
alternativa de la recuperación de tierras ancestrales e históricas que
legitiman la concepción de los derechos
políticos-territoriales. Esta desobediencia se hace extensiva y asume mayor
claridad al confrontar la institucionalidad estatal. Esta institucionalidad es
considerada ajena y opresora razón por la cual la vía electoral es desechada de
plano. “No participamos en partidos
políticos ni en elecciones. No respetamos la institucionalidad chilena porque
es opresora”. Son definiciones políticas que sitúan a la CAM por fuera del
marco institucional de dominación y que se expresan como tácticas de acción
colectiva y como basamento ideológico en el camino de la liberación nacional.
En su momento expresamos; “entendemos que
un proceso de acumulación de fuerzas no debe transitar sobre el andamiaje de la
dominación establecida por el Estado opresor, porque pierde consistencia en las
definiciones ideológicas, políticas y culturales de nuestro Pueblo, ya que
estas se rigen por estructuras de dominación que niegan todos nuestros derechos
fundamentales. Por lo tanto es necesario plantear y ejercitar una vía
estratégica que garantice la autonomía, principalmente a través de la
resistencia y la reconstrucción de nuestro Pueblo”. Sin lugar a dudas, esta
es una de nuestras definiciones políticas más potentes, ya que se relaciona con
una propuesta mapuche de transformación social, es una definición política anti-capitalista. Es una postura que
tiene concepciones y definiciones estratégicas decisivas y revolucionarias, en
tanto que a través de la reconstrucción y la confrontación, se busca trasformar
las estructuras de dominación.
Pasar de la
insubordinación y la rebeldía hacia definiciones anti-capitalistas nos obliga a delinear las características de la negación del capital propuesta por la
CAM, lo que implica plantearse seriamente el reforzamiento de los elementos identitarios étnicos ancestrales.
Aquí cobra relevancia el tema del Ser
Mapuche y la reconstitución de nuestra cosmogonía. El alejamiento del
capitalismo significa la ruptura con las relaciones occidentales dominantes. En
tal sentido hemos dicho: “que los
elementos cosmovisionarios, es decir la forma de entender el mundo y el hombre
desde una concepción mapuche, constituyen la base fundamental para reconstruir
un pensamiento ideológico y político necesario para nuestra liberación”. Al referirnos a los aspectos centrales de la
Cosmovisión Mapuche no se puede dejar de señalar que esta concepción entra en
contradicción insalvable con el pensamiento occidental. Es el gran legado de
nuestros antepasados. Es por lo anterior que en nuestro “Planteamiento Político-Estratégico” la CAM expresa que “Cuando afirmamos que el pensamiento
ideológico que se construye tiene como base nuestra cosmovisión, nuestra
cultura y religiosidad, estamos haciendo definiciones en el sentido de
reafirmar nuestra condición Mapuche y de Pueblo-Nación; definiciones que nos
hacen contraponernos a un sistema que no es nuestro, que nos oprime y que más
aún, nos condena al exterminio. Por lo anterior es que nos definimos
Anticapitalistas”.
Planteamos la
reconstitución de un sistema de reproducción social Mapuche, como fue en antaño
y del cual hay suficiente memoria histórica en nuestro pueblo. El referente es
el modo de vida de nuestros Pueblos originarios, lo que nos hace críticos y
contrarios de la economía de mercado y de la planificación estatal.
Efectivamente, existe un planteamiento crítico del capitalismo en tanto sistema
económico de tipo extractivista y depredador, pero también existe una postura
crítica del Estado, en tanto este administra el poder de Dominación y es capitalista en su estructura. Es por esto que
nuestra lucha es Anti-capitalista y Anti-estatal a la vez. Es de nuestra
posición Anti-Estado que desprendemos nuestra postura de no participar en la
política winka, en sus elecciones y demás procesos políticos limitados por los
marcos institucionales de dominación, porque: “Llegar al gobierno no significa alcanzar el poder y mucho menos cambiar
el capitalismo”.
Ideológicamente hemos ido
configurando líneas radicales y novedosas que se han extendido al conjunto del
Movimiento Mapuche, lo que ciertamente recrudece el conflicto entre nuestro
Pueblo y el Estado. Al haber levantado una propuesta así, radical y combativa,
se dio un salto cualitativo ideológicamente para la confrontación contra el
Estado, el cual fue definido claramente como Estado Capitalista. Así se entiende, que el sistema de dominación
haya definido como un peligro una propuesta como la nuestra, ya que ésta puede
trascender y masificarse, en tanto se instala como una política
Anti-capitalista, Anti-colonial, Anti-Oligárquica y Revolucionaria. Más aún,
los componentes étnico-identitarios se desenvuelven en un campo de conflictos
de intereses estructurales, al cual nuestra organización sumó una confrontación
entre nuestro Pueblo-Nación contra el capital nacional y trasnacional en el
Wallmapuche.
Ahora bien, a este
carácter de anticapitalistas nos vimos obligados a sumar otras definiciones
ideológicas como “Anti-Oligárquicos”
o “Anti-Imperialistas”, que
efectivamente complementan los parámetros de nuestro pensamiento emancipador el cual asumimos categóricamente como Mapuchista, cuya nacionalidad y
etnicidad, no cabe duda alguna, está conectada con estructuras clasistas, pero
que al poseer una identidad cultural diferenciada tiene sus propias demandas,
que son de carácter históricas y fundamentalmente para nuestro Pueblo.
En síntesis, el carácter Anti-sistémico de la CAM no puede ser
reducido al marco de un horizonte de izquierda o socialista, ni tampoco
significa que por estas definiciones ideológicas se nos asigne la búsqueda de
un cambio de estructuras que apunte hacia la construcción de un Estado
Socialista; más bien, el planteamiento de la CAM debería ser entendida como un
“Anti-capitalismo indianista”, en el
cual, el proceso de liberación hace referencia a la reconstrucción-reconstitución
del sistema de reproducción social Mapuche, para lo cual es, absolutamente,
necesario luchar por el territorio y
la autonomía.
Sobre Liberación.
Si bien la CAM aparece en
el escenario socio-político como una organización mapuche que lucha por la
autonomía, sus definiciones políticas asumieron mayor claridad cuando se hace
público su “Proyecto Político-Estratégico”.
De hecho es posible identificar en esta propuesta un pensamiento de mayor
complejidad con posiciones o líneas que marcan un antes y un después en la
forma de hacer política en la realidad Mapuche. Un ejemplo de estas líneas
políticas es el concepto de Resistencia.
Es a través de este nuevo pensamiento expresado en la resistencia, que se materializa el desarrollo de un proceso de
acumulación de fuerzas para la liberación, debido a que la resistencia
significa en la práctica, poner freno a las relaciones de mercado por medio de
la acción directa, ya sea a través de las recuperaciones de tierras, los sabotaje
y/o boicot a la presencia del capital nacional y trasnacional en el Wallmapu.
Esto implica una férrea oposición a la presencia de las relaciones de mercado
en el territorio ancestral demandado, que pasa desde el discurso hacia una
práctica política de lucha, decididamente, por los derechos territoriales y
políticos.
Por otra parte, se
plantea crear un gran movimiento para la Reconstrucción
Nacional como expresión paralela y combinada de la resistencia. En definitiva,
con esta política la CAM plantea que no basta con resistir. Para una verdadera liberación es fundamental la
reconstrucción de nuestro pueblo con un carácter Nacionalitario. “La
reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche” se plantea entonces con un
carácter autónomo política y territorialmente, en donde la rearticulación de
comunidades permitirá mayores grados de organización. “El mayor grado de conciencia política se expresa en el derecho al
territorio”.
En su momento indicamos
que “nuestro objetivo fundamental es
volver a ser Nación Mapuche, lo que implica un tipo de sociedad de acuerdo a
nuestra concepción identitaria y cultural, en la que la visión colectiva
predomina por sobre la individual. Un tipo de sociedad que recoja los elementos
más sólidos de la vida comunitaria que desarrollaba nuestro Pueblo
anteriormente. Esto será posible a través del re-fortalecimiento de la
identidad y la cosmovisión Mapuche”. Ahora bien, este discurso no puede ser
definido como fundamentalista étnico,
porque no hay implicancias de orden racial o hacia la negación del “otro chileno”. Lo que existe es la
negación y la insubordinación frente a las relaciones de opresión y dominación
del Estado y del Capital nacional y trasnacional. Es un discurso antagónico con las relaciones de Mercado
y estatales que nos oprimen como Pueblo-Nación. Nuestra lucha es contra el
sistema de dominación imperante, no contra la sociedad chilena en su conjunto.
Sin embargo, hemos expresado que “Somos
anti-sistémicos porque no aceptamos la dominación occidental como modelo de
vida y lo hacemos principalmente a través de la lucha territorial”. En el
fondo de nuestra argumentación se deduce que la reconstrucción nacionalitaria viabilizará el horizonte
de la liberación. Y es a través de las recuperaciones de tierras, más bien del Control Territorial, que se hará posible
todo nuestro pensamiento y acción política emancipatoria, razón que explica
nuestra definición de trabajar en la base y desde las comunidades, ya que es de
éstos procesos de lucha territorial y política que depende el conjunto del
horizonte de reconstrucción nacional. Así se explica nuestra intransigencia y
radicalidad en la lucha territorial. “Es
a través del control territorial que se generan las condiciones, tanto
materiales como simbólicas, que posibilitan y dan continuidad a la
reconstrucción nacional” ”. Al respecto la CAM sostuvo: “El territorio ancestral es la plataforma
básica, absolutamente esencial para la reconstrucción de la Nación Mapuche. La
no existencia de un territorio propio, lo único que generaría sería el logro de
autonomías relativas, de tipo simbólico, cultural e inclusive folklórico, que
resultan funcionales al sistema de dominación, que a la larga nos condenaría a
la desaparición física e ideológica. Sin una base territorial y sin los
derechos políticos inherentes, es imposible la autonomía real y se imposibilita
el desarrollo de una política de liberación nacional”.
La lucha por el territorio
expresada por la CAM, efectivamente generó un punto de quiebre al interior del
Movimiento Mapuche. Esto se explica porque muchas agrupaciones no dieron y no
dan prioridad a la lucha por el control territorial, privilegiando la búsqueda
de participación política al interior de la institucionalidad opresora y la
consolidación de sus estructuras políticas, para desde allí recuperar el
territorio. Sin embargo, la CAM siempre ha dado prioridad a la recuperación y
reconstitución territorial, como base fundamental para la reconstrucción de
nuestras propias estructuras políticas y para la revitalización, en definitiva,
de todo el tejido económico, social y cultural mapuche. Por eso es que
consideramos que la recuperación de tierras y el control territorial constituyen
la plataforma básica de la reconstrucción de nuestra Nación. Es por lo
anterior, que para comprender el pensamiento y la acción de la CAM, debe ser
bajo una mirada de territorialidad, en la defensa y la recuperación territorial
autonómica.
Para lograr el control
territorial efectivo la CAM ha planteada la acción directa, porque “solo el control territorial posibilitara un
mayor poder político, pero este debe estar sostenido en el desarrollo de una
cada vez mayor base económica autónoma. Ambos, poder político y base económica,
generarán las condiciones para sostener el Poder Mapuche”. Ahora bien, la
reconstitución del territorio ancestral (Wallmapuche) representa al mismo
tiempo la reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche. Así, Territorio y Pueblo-Nación
Mapuche están entrelazados, como también la visión de un pasado independiente
con la mirada emancipadora actual. Liberarse es reconstituirse y reconstituirse
es liberarse. La liberación implica la posibilidad de dotarse de muchos
elementos y así reconstruir las estructuras propias para auto-gobernarse. La
reconstrucción nacionalitaria implica la recuperación de las estructuras y
prácticas tradicionales. “El proceso de
reconstitución implica el ejercicio de prácticas comunitarias, ceremoniales y
organizacionales como el mingako, ngillañmawun, nguillatún, machitún, palín,
trawün, kamarikun, nutram, a la vez ir rescatando y fortaleciendo nuestra
estructura organizacional tradicional y los roles que cumplen determinadas
personas dentro del mundo mapuche como los longko, werken, machi, wewpife,
kona, weichafe, dugunmachife, ngenpin, la revitalización de nuestro rakiduam,
kimun, espiritualidad, mapudungun”. Además de la protección y recuperación
de los espacios vitales, como ngillatuwe, paliwe, tren-tren, winkul, trayeko, menoko,
mawida, eltun entre otros. Esto nos sitúa en una política de reconstitución de
los Lof, Rewe y los Aillarewe, recomponiendo territorial y políticamente espacios
cada vez más amplios (Poder Mapuche) como base para la reconstrucción de la
Nación Mapuche. La acción de reconstituir los Lof no puede ser definida como Autárquica-Comunitarista, ya que es el
primer paso es el restablecimiento de un proyecto político de rearticulación de
comunidades cuyo objetivo es un proceso de reconstrucción étnica de mayor
alcance. Es bajo esta comprensión general que deben entenderse acciones como
las recuperaciones productivas, las acciones de autodefensa y particularmente
los procesos de control territorial, los que en definitiva deberán ser asumidos
por las comunidades bajo estructuras políticas autónomas y en perspectiva para
la liberación.
Así también, es en este
marco de análisis que deben comprenderse y situarse las acciones de
resistencia. Deben entenderse como parte de un conjunto de quehacer político y
movilización social que se orienta al logro de “zonas de control Mapuche autónomo”, dando viabilidad a la dimensión
de la Autonomía, en tanto autonomía material, económica, cultural y
organizativa real y efectiva. Todo esto, como antesala para la reconstitución
nacionalitaria. Es así como las posiciones antisistema y anticapitalistas de la
CAM están articuladas hacia el logro de una autonomía real, lo que significa
resquebrajar y destruir las relaciones de dominación que nos oprimen como
pueblo. Hay por tanto en la propuesta de la CAM, un tipo de liberación que
abarca las distintas formas de opresión, tanto en su dimensión
física-geográfica, económica, ideológica, cultural y política. Para la CAM la
forma de asumir y construir autonomía es por la vía de los hechos, una autonomía de
facto, en donde la recuperación de los derechos territoriales y políticos
es la base de la propuesta.
Hoy día podemos afirmar
que la autonomía en los hechos,
grafica claramente la acción colectiva planteada por la CAM, expresada
concretamente en lo que se establece como Control
Territorial. Es precisamente este planteamiento del logro de la autonomía (de facto), el que nos
distancia teóricamente y en la práctica, de otras agrupaciones mapuche, que han
dado prioridad a propuestas de autonomía en el marco de reformas legales del
Estado-Nación. Para la CAM la autonomía no es solo una propuesta o un objetivo
estratégico, más bien expresa una forma o lógica central de nuestro pensamiento
emancipatorio, que se debe conquistar desde ya. Es desde la base y frente a
nuestros enemigos estratégicos que debemos conquistar la autonomía y no en
contra-sentido de las comunidades movilizadas o del movimiento mapuche
autonomista. Por tanto la conquista de la autonomía
en los hechos y no en el derecho (opresor) es nuestra propuesta desde y
hacia las comunidades. Ahora bien, esta autonomía debe desarrollarse en el
marco de una lucha decidida en contra del capitalismo neoliberal y en contra
del Estado chileno. “Unir dos vías que
hasta hoy caminaban en direcciones separadas y cuando no contrarias. La lucha
por la reivindicación nacional y la lucha contra el capitalismo”. La lucha
por la autonomía de facto forma parte
de la lucha anticapitalista.
Es así como en el amplio
espectro de definiciones anti-sistema, la CAM hace converger tres elementos
fundamentales en su pensamiento: Autonomismo (en las dimensiones anteriormente
señaladas), Anticapitalismo (expresado concretamente en la acción directa) y el
Pensamiento Revolucionario. Ya que en la medida en que nuestras comunidades van
practicando su cultura, desarrollando el mapudungun y su religiosidad, haciendo
nguillatún, trawün, kamarikun, nutram, bajo formas especificas de quehacer
político propio; se van organizando y
luchando por la espacialidad territorial, en el desarrollo cotidiano del
ejercicio de la justicia, administración y economía propia. Esto significa una
confrontación directa con la institucionalidad del Estado, e implica lograr
cambios y transformaciones. Es liberarse sobre la base de ir acumulando y
reconquistando. Eso es revolucionario.
Es por lo anterior que la
CAM desde un principio ha planteado la acción política reflejada y plasmada en
lo que se conoce como control territorial,
alejándose de aquellas iniciativas que buscan la negociación enfocada en la
entrega de tierras, porque esta siempre significa integración y subordinación.
Siempre se ha privilegiado avanzar hacia el desarrollo de la autonomía en los hechos, antes que la
construcción de un plan teórico al respecto. Por tanto, se prioriza la
revitalización cultural y la reconstitución de las costumbres ancestrales y las
autoridades tradicionales, por sobre iniciativas políticas de reformas en el
ámbito legislativo. Este énfasis en la recuperación territorial, como hemos
señalado, tiene por objetivo el desarrollo de nuestras bases que sustenten el proceso de reconstrucción de lo propio. En la historia de la CAM nunca se ha puesto
énfasis político en la reforma del Estado. La CAM siempre ha propuesto el
desarrollo de un proceso de Liberación Nacional, que aunque lento y complejo,
supera con creces las potencialidades de un proceso de negociación con la
institucionalidad opresora. Es por todo lo anterior que en nuestro
Planteamiento Político-Estratégico hemos sostenido que nuestra propuesta de
autonomía es de carácter revolucionario, para así diferenciar nuestro
pensamiento emancipador con aquellas propuestas que tienen por objetivo un
régimen autonómico acordado, negociado u otorgado por el Estado opresor. La
autonomía se conquista, se lucha por ella, no llega por concesión ni por
negociación, que terminan siendo funcionales al sistema de dominación.
Así se entiende que
nuestra elaboración ideológica resulta también una estrategia política desde y
para las comunidades, distanciándonos de elaboraciones teóricas que provienen “desde arriba” y sostenidas por
pseudo-intelectuales. La CAM siempre ha enfocado sus esfuerzos en contribuir a
un proyecto autonómico “desde abajo”.
Es por eso que ha tomado distancia de las otras propuestas de autonomía ya
elaboradas. Es por lo anterior, que la CAM se aleja de las propuestas
autonómicas levantadas por otras organizaciones mapuche (Wallmapuwen) porque
ésta en tanto propuesta teórica-abstracta y de carácter elitista, está
encaminada irremediablemente a un proceso de negociación con el Estado, en
momentos que aún se mantiene vigente nuestra desventaja estratégica, que no
solamente afecta al movimiento mapuche autónomo, sino al conjunto del pueblo
Mapuche. Y lo que es más significativo, para nosotros, desde el punto de vista
moral y político, porque estas organizaciones poco o nada hacen por cambiar las
condiciones en las que encuentra nuestro pueblo para sustentar la autonomía y
más bien, parecen esperar que otros se esfuercen y sacrifiquen en aras de
acumular fuerzas para viabilizar sus propuestas. Entonces, para la CAM lo
realmente central es un proceso de acumulación de fuerzas para lograr
autonomía. Por ahora son más importantes los caminos de lucha, planteando con
claridad que la autonomía no se obtiene por concesión, sino que se conquista.
Es por esto que la CAM siempre ha estado más enfocada en hacer colapsar las
relaciones injustas de dominación y no centra su atención en participar en
pactos y/o negociaciones. Ahora, si al interior de nuestra experiencia de
lucha, por territorio y autonomía, hay sectores que plantean bajar la guardia y
negociar reafirmando al sistema, se produce un rompimiento casi natural de
posiciones por la disidencia establecida.
“Por eso nuestra lucha no es solamente de resistir y buscar un
reacomodo. Nosotros lo que proponemos es destruir las estructuras de
dominación, principalmente aquellas que dañan a nuestro Pueblo; destruirlas y
de ahí re-instalar las nuestras. No se trata tan sólo de resistir, sino de
disputar territorialmente al enemigo para que al menos las forestales dejen de
existir en nuestros espacios. Es lo que llamamos transformar, desde aquello que
es depredador y capitalista, que es estructura de dominación que sustenta otras
estructuras de dominación, hacia un espacio territorial nuevo, para el
desarrollo de otros aspectos sociales, económicos, culturales y políticos
nuestros, donde el tema de la justicia y la dignidad se restablezcan, sean un
hecho”.
Lo central en nuestra
propuesta es la transformación de las relaciones dominantes, de ahí nuestra
postura acerca de las acciones de resistencia y autodefensa. Por tanto el
carácter revolucionario de la propuesta se impregna de confrontación, de
proyecto de Liberación Nacional, que se produce a través de la lucha concreta.
Efectivamente hay un rompimiento con la relación colonial, en tanto ésta
relación se expresa, hoy, en el Capital nacional y transnacional, en el Estado
y su institucionalidad, que conforman el conjunto de la cultura occidental
hegemónica. De aquí también se entiende las diferencias ideológicas y políticas
con otras agrupaciones que no se definen como mapuche anticapitalistas y
revolucionarios, sino más bien como políticos pragmáticos, que actúan en los
marcos de las relaciones dominantes.
Es en este marco que las
acciones de resistencia deben ser reafirmadas, ya que al ser observados sólo en
su carácter antagónico y/o confrontacional, tienden a confundir, asignándosenos
posiciones “militaristas”, sin comprender,
a cabalidad, nuestro pensamiento emancipatorio. De partida, debemos dejar en
claro que nunca se ha planteado desde la CAM una vía insurreccional y
revolucionaria (a secas) orientada hacia la toma
del poder, lo que si se plantea es desarrollar un proceso de acumulación de
fuerzas en todos los planos, que implica descolonización que viabilice una
propuesta coherente de Liberación Nacional. De hecho, nuestra organización
planteo en su momento:
“Estas expresiones de resistencia van desde mínimas acciones de
desobediencia, con resistencia cultural e ideológica, pasando por la
autodefensa de masas, hasta la construcción de órganos de resistencia
territorial que garanticen un tipo de accionar ofensivo y estratégico, que
incluso nos desafía a hacer esfuerzos mayores para la construcción de una fuerza
cualitativamente superior en el plano material y militar, que permita enfrentar
la beligerancia de un enemigo sistémico y poderoso, sostenido por la oligarquía
y el imperio”.
Hasta ahora hemos
sostenido que desde la autonomía pasaremos a la liberación definitiva, que más
allá de la autonomía tiene lugar la liberación Mapuche de la dominación
expresada en la relación de subordinación colonial. Es por eso que la CAM ha
manifestado así su posición: “Es la
restitución de la autonomía del pueblo Mapuche, el autogobierno, la
construcción de una economía interna, el control de las relaciones sociales, el
respeto a la cultura y a la lengua. Hemos comenzado un proceso de acumulación
de fuerzas, proceso necesario para conseguir el objetivo de la autonomía y posterior
liberación”. Entonces, para mayor comprensión, debemos dejar claro también,
que la CAM no es separatista, no hemos planteado la creación de un Estado separado
del chileno, por tanto la demanda separatista no aparece en nuestro pensamiento
y discurso. Lo que si se expresa es la demanda territorial para desarrollar un
proceso de autonomía y liberación nacional. Podría parecer claro que la demanda
de recuperación total del territorio ancestral abre la posibilidad de una
posición separatista, pero al respecto no tenemos una posición definida. Lo que
sí está claro, es que en los objetivos de nuestra lucha no nos planteamos la
posibilidad alternativa de incluirnos dentro del Estado de Chile, mientras la
esencia misma de la estructura de dominación que posee el Estado-Nación
chileno, sostiene un modelo neoliberal capitalista pro-imperialista. Por tanto
existe una radical negación de todas las formas de opresión y dominación sistémica
y de Estado-Nación, en tanto éste sirve a los intereses del Capital transnacional.
Si bien en nuestras
definiciones no está la idea separatista, siempre hemos dejado un margen para
un replanteamiento de nuestra postura de acuerdo a las exigencias del proceso.
Esta es una de las razones por la cual no hemos planteado cabalmente una
propuesta de autonomía a futuro (al menos como documento), ya que ésta debe ser
elaborada más adelante, cuando constituyamos las condiciones para su viabilidad
definitiva. El sustento de nuestro proyecto autonómico está en la base comunal
y esto es sumamente claro. Se apoya en un quehacer coherentemente anticapitalista y en base al control territorial, en
donde, como se ha señalado, se revitalizan las prácticas culturales y las
estructuras socio-políticas tradicionales. Estas definiciones son puestas en práctica
través de un proyecto de rearticulación de comunidades, creando mayor poder
Mapuche y autonomía, instancias que tendrán que resolver un tipo de
funcionamiento mayor que puede generar condiciones o no hacia la independencia
total. Por ahora nuestro norte es la liberación nacional, lo que no quita la
necesidad de seguir deliberando al interior de nuestra organización, en
particular y con el movimiento mapuche autónomo en general, a
pesar de las dificultades producidas por la represión, la dispersión y las diferencias-desprendimientos sufridas.
Aún en las actuales condiciones, y de acuerdo a nuestras definiciones
político-ideológicas, no es pretensión nuestra construir propuestas de
características demasiado abstractas. Estamos por acumular fuerzas en el
movimiento mapuche real, desde las comunidades y desde abajo, sin elitizarnos y separarnos de las
comunidades. Por eso nuestros esfuerzos actualmente están dirigidos hacia un
mayor debate y hacia una mayor formación en la base, con el objetivo de contribuir
hacia una mayor politización e ideologización en todos los niveles, sobre todo
en aquellas instancias que sostienen el proceso: las comunidades en
resistencia, sus estructuras político tradicionales, sus pu weichafe y
militantes.
Nuestro proyecto
político-estratégico está inconcluso. Podríamos señalar que ha sido bloqueado
en cierta forma por la acción del Estado y otras fuerzas winka que nos
confrontan. Sin embargo nuestro pensamiento emancipatorio se encuentra
enmarcado en un proceso de largo aliento, que implica la reconstitución y la
re-emergencia de la identidad, como una forma de defensa y preservación ante
los procesos desestructurantes
provocados por la transnacionalización económica capitalista y las relaciones
opresivas de parte del Estado de Chile. Apostamos por un gran proceso de
autoafirmación étnico-nacional que de calidad y capacidad a nuestro proyecto de
Liberación Nacional, el cual seguirá sustentado en un proyecto de
reconstrucción de nuestro Pueblo-Nación, hoy anclado en las experiencias de
control territorial y en la revitalización de nuestras expresiones culturales y
valóricas, propias del ideario Mapuche. La Reconstrucción de nuestro
Pueblo-Nación es la base ineludible para la Liberación Nacional.
Es por lo anterior que la
reconceptualización del WEYCHAN reemerge. Es la autoconvocatoria para luchar,
como fue en el pasado, así como lo hicieron nuestros fütake kuyfike che yem, hoy
cobra vigencia, así nos están diciendo nuestros pu longko, así lo vamos
asumiendo.
Concepción, 17 de junio de 2013
Héctor
Llaitul Carrillanca
Preso Político Mapuche CAM
*NOTA:
Los párrafos que estén entre comillas, son
planteamientos vertidos por la CAM, en diferentes etapas de su existencia,
a través de documentos y entrevistas a dirigentes
o vocerías.
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